Reunión Familiar 2017
Querida Familia,
Una mañana hace 164 años en Alemania, en 1853, un joven Alemán abordó un barco hacia una parte del mundo que muchos Europeos no conocían en ese tiempo. Se llamaba Nuevo Mundo. Es un lugar donde la gente puede empezar de nuevo, libre de cualquier tradición y obligación que les limite en Europa- el Viejo Mundo. Pero el Nuevo Mundo también les ofrecía esperanza, su mismo nombre insinúa un lugar para nuevos inicios, una nueva vida. También atrae a cualquier persona aventurera.
No sabemos mucho de este joven, excepto la ciudad de donde vino y el nombre de sus papás y abuelos. Su nombre es Johannes Christian Hudtwalcker y su destino es Lima, Perú. De seguro que no sabía que se convertiría en el padre fundador de las numerosas familias peruanas Hudtwalcker. Por la cantidad de miembros de la familia, Lima ha reemplazado a Hamburgo, y se ha convertido en la nueva capital de los Hudtwalcker.
Un Domingo nublado, a fines de Junio del 1979, un poco más de 125 años después de que Johannes Christian empezó su travesía y a cambiar la historia de la familia, un joven Noruego está parado afuera de un hotel barato en Lima. Él es el segundo Hudtwalcker Europeo en poner pie en tierra peruana, al final de su viaje de cinco meses por Centro y Sudamérica. El regreso a Lima de Cusco la noche anterior, después de caminar y vivir al aire libre por cuatro días y noches en Machu Picchu.
Él tiene 25 años, pelo largo, bigote rubio, viste de blue jeans y una camisa hecha de alpaca que compro en los Andes hace unas semanas. Éste joven muchos años atrás ya había conocido la muchacha que más adelante se convertiría en su esposa. Ellos asistían la secundaria juntos, pero casi no intercambiaban palabras. Su nombre es Iselin. El joven parado afuera del hotel, mirando la calle vacía, no tiene ni idea que se casaría con ella en el 1993. Más allá de eso, no tenía ni idea que ese mismo domingo conocería a Tony, quien 14 años más tarde, iría desde Lima para ser su padrino en su boda. Y tampoco tenía ni idea que sería padre de 2 hijos, Jonathan y Jacob, quienes hoy están aquí junto a Iselin en éste maravilloso viaje a Perú.
Éste joven tiene otras cosas en mente. Está impaciente, emocionado, y muy curioso, esperando a alguien que nunca ha conocido. En su mente ese “alguien” es como un milagro. Ahí inquietamente mueve los pies adentro de unas botas grandes de cuero de Noruega, diseñadas para escalar montañas. Él siente que está a punto de descubrir algo sensacional, como descubrir una tribu perdida en el medio de la jungla del Amazonas.
Una hora antes, escogió de la guía telefónica un nombre al azar que pensó era muy bello- Rosa Hudtwalcker. Practico varias oraciones en español. Cuando la señora contestó el teléfono, el tartamudea algo así:
“Buenos días, mi nombre es John Michael Hudtwalcker. Soy de Noruega. Somos familia. Podemos conocernos?”
La señora no le entendió lo que estaba diciendo. Quizás la desperté? El joven piensa y vuelve a repetir su mensaje. Hay un largo silencio. La señora le pregunta en que hotel se está hospedando. Él le da el nombre y la dirección. Ella le dice que lo recogerá en una hora y cuelgan.
Afuera del hotel el tiempo pasa despacio. Una hora viene y se va sin señal de vida en la calle, solo un periódico que se va con el aire.
Ya casi es mediodía. El clima siga nublado y gris. Y de repente viene un Volkswagen Beetle amarillo, despacito por la calle. Se detiene como a 20 metros del hotel. El corazón del joven empieza a palpitar fuerte. Aunque la gente había sido amable con él por donde viajaba, él siempre era el gringo y un extraño. La puerta en el lado derecho se abre y sale un señor con un suéter amarillo. En su mano tiene un cigarrillo y empieza a mover las manos mientras grita- “Primo! Primo!”
El señor del suéter es el primer Hudtwalcker peruano que conoce a un Hudtwalcker Europeo. Su nombre es Guillermo Hudtwalcker. El trabajó en la fábrica donde se hacían los Sublimes. Yo conocía el Sublime muy bien. Durante mis excursiones en las montañas de Machu Picchu, había comido mucho de este chocolate.
Rosa también está afuera del pequeño carro, y después de saludarlos a los dos, éste joven entra al Volkswagen y se sienta al lado de un señor muy anciano. “Él es el Hudtwalcker más viejo en Lima!” Guillermo explica. Y se van por la calle.
Al joven Noruego lo llevan a una casa quizás en Miraflores o San Isidro. Hay mucha gente ahí. Al joven lo sientan en el medio de un cuarto. Afortunadamente, se acordó de traer su pasaporte como prueba de su identidad. El pasaporte Noruego es cuidadosamente estudiado por cada uno de los presentes. Siguen llegando más y más personas a la casa. En ese momento ve la cara de un hombre que ha entrado. Es la cara de alguien con grandes expectativas, como si siempre hubiese querido esto, pero que había perdido las esperanzas, y ahora finalmente se ha hecho realidad. Y este joven Noruego por instinto, siente que lo conoce a éste señor de toda la vida. Éste señor es Ernesto. Más adelante Ernesto le cuenta que él y otros miembros de la familia han viajado a Europa buscando a parientes. Fueron a Hamburgo y no encontraron a nadie. Por eso, él pensó que los Hudtwalcker de Europa, como una especie en peligro de extinción, habían fallecido todos. Y de repente, sin ningún aviso, es como si hubiera llegado una nave de extraterrestres en Lima, y sale este joven y es un Hudtwalcker! Y viene del lugar menos esperado- Noruega, un país lleno de osos polares y hielo, muy lejos y apartado.
No solo es como empezó todo esto, pero es la razón por la cual estamos reunidos en el día de hoy. Bueno, casi! Hay un factor importante que olvidé mencionar, pero que me gustaría honrar en esta ocasión histórica. Antes de irme de Noruega, mi tío Olaf en Barcelona, el papá de mi primo Christian, me escribió una carta diciéndome que pensaba que podría haber algunos Hudtwalcker en Lima, pero que no estaba seguro. Podrían ser rumores dijo.
Me había olvidado por completo de esa carta, hasta que un día en Cusco, estaba corto de dinero y tenía que llamar al consulado noruego en Lima para que se pongan en contacto con mis papás para que me mandaran dinero. Sentado en esa oficina en Cusco, con la guía telefónica en mis manos, me acorde las palabras de mi tío Olaf. Busque en la guía y vi muchos Hudtwalcker. Sin la carta de mi tío, no estaríamos sentados aquí en el día de hoy.
En este día, también tenemos que acordarnos y honrar generaciones pasadas que llevaron nuestro apellido, así como aquellos que ya no están con nosotros, pero que continúan viviendo en nuestros espíritus. Entre ellos, mis tres tíos- Ernesto, Guillermo, y Olaf. Y mis papás, Charlie y Merete, quienes tuvieron la oportunidad de visitar a Lima a finales de sus vidas.
Hace un par de meses, nuestros hijos Jonathan y Jacobo le dijeron a mi esposa Iselin y a mí que deberíamos de viajar más. Ellos sugirieron Sri Lanka. Sri Lanka?! Pensé- que íbamos hacer en Sri Lanka?
Pero nuestros hijos nos presentaron con un desafío y una oportunidad. Decidí que había llegado el tiempo de dar un gran paso y viajar a Lima. Cuando la decisión fue tomada, yo como el joven afuera del hotel en Lima en el 1979, no tenía ni idea que sería la gran Fiesta Hudtwalcker en la historia de la humanidad. Ahora estoy contento porque sé que hice la mejor decisión en viajar a Perú con mi familia y me gustaría darle las gracias a María José y Rodrigo por organizar este magno evento.
Somos personas de diferentes naciones, diferentes lenguajes, diferentes culturas, y diferentes creencias. Pero estamos unidos por una estrella muy especial. Esta estrella brilla y es orgullosa, siempre esta ahí para ayudarnos. Nos ilumina nuestro pasado y nuestra historia, y también el presente y nuestras vidas. Y continuara brillando en el futuro por mucho tiempo. La estrella que nos une se llama la Familia Hudtwalcker. Que brille en cada uno de ustedes para siempre. Que siempre esté ahí para guiarte y llenarte de orgullo. Y que siempre te de fuerza y coraje!
John Michael Hudtwalcker
Lima, Peru, April 2, 2017
Traducido por Fabiola Hudtwalcker
www.hudtwalcker.com 2017